El efecto multiplicador
9 marzo, 2013El mejor pastel del mundo
18 marzo, 2013Ha sucedido cientos de veces, miles. Beber sin tener sed, como canta el genial Fito, o hacer algo sin tener las ganas suficientes de hacerlo.
Las razones que a nosotros mismos nos damos son diversas: por el qué dirán, por la obligación que creemos tener con alguien, por lástima, por costumbre…
Y obramos mecánicamente, con hastío. Porque actuamos sabiendo que, en el fondo, realmente no nos apetece ni nos aportará nada nuevo.
Está claro que somos responsables de nuestra vida y, en gran parte, de otras vidas. Aquello que decimos y hacemos diariamente posee efectos muy poderosos sobre nosotros, y también sobre los demás. Algunos de ellos han ya sido tratados en este mismo blog, en el efecto multiplicador y en el efecto boomerang.
Y precisamente por esa responsabilidad de la que disponemos, en muchas ocasiones cargamos con cruces que no son nuestras. Porque es fantástico ayudar, acompañar y estar ahí para quien creemos que lo necesita, pero si ello supone renunciar a quererse a uno mismo, a obligarse, a ceder siempre…pues entonces no parece tan magnífico. ¿Dónde quedan nuestras necesidades?. Con intención o sin ella, algunas personas se aprovechan de que constantemente andemos cerca, porque les resulta muy cómodo que otros piensen en su lugar y resuelvan sus problemas.
Cuando se analiza por qué sucede ésto, entre varios factores, una de las primeras conclusiones a la que se llega es que la AUTOESTIMA tiene mucho que decir aquí. Debemos APRENDER A ELEGIR Y A DECIR “NO”, aunque sea más sencillo lo contrario. Debemos llegar al punto en que nos importe un comino qué opinan de nosotros las personas que no nos quieren lo suficiente, que nos conocen poco o que ni siquiera lo hacen.
Al principio, cuando nos neguemos a hacer algo que por sistema hacíamos, vendrán los propios sentimientos de culpa y las reprimendas ajenas, sobre todo de los que estaban cómodos hasta entonces. Pero ésto ocurre sólo durante un tiempo y luego, pasa. Después, nos iremos sintiendo mejor, y comenzaremos a actuar en conciencia con cualquier cosa que nos propongamos, porque será algo que realmente nos apetezca. Es más, no sólo nos haremos un favor obrando así, sino que también se lo haremos a los demás, incluso a los que me refería con anterioridad: emplearemos pasión en nuestro día a día, estaremos más motivados y alcanzaremos una nueva perspectiva sobre muchas cosas. Será cuando podremos y podrán disfrutar de nosotros mismos.
Es imposible ser feliz viviendo la vida de los demás. Sólo es posible si se vive la propia. Evitemos el sacrificio sistemático.
Tenemos que prender a querernos. Más y mejor. A beber, sólo y exclusivamente, cuando de verdad tengamos sed.
Abrazos, Rafa Ferrer.
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2 Comments
Coincido contigo Rafa. Hay que aprender a decir no. Pero, cómo tu dices suele venir asociado a un problema de autoestima, aprenderse a querer. Y esto en ocasiones no es fácil, porque muchas personas no saben valorar lo valiosas que son ya sólo por el hecho de existir. Un cordial saludo
Efectivamente Félix, no es fácil, e incluso puede dar miedo. Requiere una reflexión profunda para analizar el por qué de nuestros actos.
Creo que sólo hay una manera de ayudar de veras a los demás, y ha de partir de ayudarnos a nosotros mismos primero. Sólo haciendo aquello que nos hace felices, haremos a los demás felices. Y se trata de un trabajo diario.
Un cordial saludo, y gracias por tu comentario!